Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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Legislatura: 1871-1872 (Cortes de 1871 a 1872)
Sesión: 10 de julio de 1871
Cámara: Congreso de los Diputados
Discurso / Réplica: Discurso
Número y páginas del Diario de Sesiones 98, 2.536 a 2. 538
Tema: Proposiciones sobre Cuba y Ultramar

El Sr. Ministro de la GOBERNACIÓN (Sagasta): Señores, me levanto contra mi intención y con el ánimo contristado, porque yo creía que cualesquiera que fuesen las diferencias que pudieran separarnos como partidos políticos, no habría más que una opinión cuando así lo aconsejara el patriotismo y los intereses nacionales; pero veo que no es así y que no hay inconveniente en explotar hasta el patriotismo para cuestiones de partido, a tal punto, que nada se perdona y todo se atropella para conseguir que se rompa la conciliación, y no hay reparo alguno en sacrificar los intereses de Cuba con tal de lograr ese objeto. iAh, señores, sirva esto de enseñanza a la mayoría! Algo querrá significar para esas oposiciones el rompimiento de la conciliación cuando tanto se afanan por conseguirlo. (EI Sr. Sánchez Ruano: iSi es la mayoría!)

¿Qué ha pasado esta tarde? Que un Diputado que dice que no es de la mayoría, que ha venido solo y solo está, en uso de su derecho, ha tenido por conveniente presentar una proposición; y a tal punto se ha querido desligar de la mayoría, que las firmas que se acompañan no son de individuos que pertenezcan a la misma. S. S., con la lealtad que le reconozco porque hace tiempo que le trató, declaró que hablaba por cuenta propia. Nadie puede desconocer las dotes parlamentarias y la elocuencia de este orador, que ha tenido períodos magníficos, momentos sublimes, sin embargo de lo cual la Cámara lo ha escuchado con atención, pero con profundo silencio.

Se ha levantado después el Sr. Ministro de Ultramar, y no sólo a las dotes envidiables de orador que posee, sino a las ideas que ha emitido, se debe al éxito brillantísimo de su discurso. Al silencio profundo, aunque con admiración, con que ha sido oído el discurso del Sr. Labra, han seguido los aplausos continuos de la mayoría y de todos los lados de la Cámara para un discurso patriótico del Sr. Ministro de Ultamar. ¿Es esto verdad? (Varios Sres. Diputados: Sí, sí.) Pues si es verdad, si esto es lo que ha pasado en la Asamblea, al punto de que ha retirado su proposición el Sr. Labra, ¿qué mayor triunfo para el Ministro de Ultramar, para la mayoría y para el Gobierno?

En estas circunstancias se presentó una proposición por algunos individuos de la mayoría; y cuando un individuo de la mayoría o uno de los firmantes de esa proposición se levantó a sostenerla, el Gobierno vio con asombro y con dolor que una parte importante de las minorías abandonaban el salón y vinieron algunos señores a decir al Gobierno que no votaban la proposición; y en aquel momento, yo que he admirado más que nadie, o tanto como el que más, al Sr. Ministro de Ultramar; yo que estoy, como todos los demás compañeros, perfectamente de acuerdo; yo, señores, que quisiera [2.536] hacer su discurso mío, y quisiera haber tratado la cuestión de Ultramar como él, yo dije: pues si no votan todas las fracciones de la Cámara, conviene más que no se vote, porque el triunfo habría sido unánime y no quería que apareciese como de una sola parte de la Cámara, como de la mayoría. (El Sr. Canga Argüelles: Pido la palabra para una alusión personal.)

De manera, Sres. Diputados, que el Gobierno se levantó a aconsejar a algunos individuos de la mayoría que habían presentado la proposición que la retiraran;¿por qué? porque quería que la cuestión de Cuba fuera nacional, que la cuestión de Cuba fuese de toda la Asamblea y no cuestión de la mayoría, como hubiera sucedido dada la actitud de algunas oposiciones. (El Sr. Romero Robledo: Pido la palabra para una alusión personal.)

No, Sres. Diputados; el Gobierno había visto con gusto, en la cuestión de las provincias ultramarinas, de nuestras islas ultramarinas, que toda la Cámara había oído con entusiasmo las palabras del Sr. Ministro de Ultramar, y no quería que apareciese luego por una votación que sólo lo habían oído con gusto algunas fracciones de la Cámara; entonces se tuvieron en cuenta las pasiones de partido, más que los intereses de la Patria y los intereses de patriotismo; se pedía la votación para que sólo fuera votada por la mayoría, y no quería el Gobierno que lo que fue considerado como cuestión nacional apareciera luego como cuestión de partido y como cuestión de mayoría y minoría.

Viene, Sres. Diputados, enseguida la proposición de un lado de la Cámara, proposición que estaba fuera del Reglamento y que no era posible votar cuando ya se había retirado por sus autores; porque retirarla uno de sus autores, es la anulación completa de la proposición; y era antiparlamentaria; porque desde el momento en que se retira y por la Presidencia se da por retirada, nadie la puede hacer suya, sino que se necesita traer otra proposición, porque había sido retirada la anterior por su autor y tomada como retirada por la Presidencia; y en tal estado, Sres. Diputados, se levantó un tumulto desgraciado en la Asamblea; no quiero decir quién le ha promovido; me basta sólo consignarlo, me basta sólo hacer presente que era improcedente lo que sucedía, porque la proposición había sido retirada por su autor o uno de sus autores, y el Presidente la dio por retirada; y por tanto, sobre ella no podía recaer votación alguna. (Algunos Sres. Diputados: En el mismo caso estaba la proposición del señor Lostau.)

La proposición del Sr. Lostau no estaba en ese caso. (Algunos Sres. Diputados: Sí, sí. -Otros: No.) Si estaba; estaba mal hecho; y lo que se hace mal una vez no debe servir para que se repita otra; pero yo creo que no: en la proposición del Sr. Lostau sucedió lo que puede suceder, porque está dentro del Reglamento. (El señor Lostau: Pido la palabra para una alusión.)

 El Sr. Lostau o cualquiera de los autores de una proposición la retiran; pero si antes de retirarla hay algunos individuos que la hacen suya, están en su deber. (Rumores; bien, bien.)

¿Pero es ese el caso? (Sí, sí.-No, no.) Pues si ese fuese el caso, nada hay que decir. (El Sr. Caudan: Pido la palabra para una alusión.)

Está, pues, en su derecho la Mesa al hacer lo que hizo, por proceder como procedió dentro del Reglamento. Aquí tuvo lugar un tumulto: ya he dicho antes y repito ahora que no voy a decir quién tuvo la culpa de este tumulto; la verdad es que el tumulto tuvo lugar, y que cuando se quería hacer oposición yendo y viniendo los Sres. Diputados, el Presidente, viendo próxima la hora de levantar la sesión, la levantó, y cuando la levantó no había ninguna proposición presentada (Sí, sí); y si se ha presentado antes de esta noche, sería después de levantada la sesión de la tarde; y presentada Ia proposición después de levantada la sesión de la tarde, es como si no se hubiera presentado hasta la sesión inmediata. En el interregno que ha mediado de una sesión a otra se ha presentado otra proposición: este es el caso; y al abrirse la sesión, el Sr. Presidente se ha encontrado con varias proposiciones sobre la mesa. Pues la cuestión es cómo debe presentar esta discusión a las Cortes; y yo digo: como lo tenga por conveniente, porque con arreglo al Reglamento el Presidente es el que fija el orden de la discusión. Y si el Presidente es el que fija el orden de la discusión y se encuentra al abrir la sesión con varias proposiciones, puede dar la preferencia a la que tenga por conveniente considere mejor,

Esta es una facultad de la Presidencia; sino que aquí se ha dado en desconocer las facultades de la Presidencia por algunos, cuando esa facultad viene a contrariar las pasiones, los instintos y la manera de ver de las oposiciones. (El Sr. Bugallal: Jamás se ha entendido así el Reglamento.). Lo cual, para algunos partidos es buena manera de dar fuerza al principio de autoridad que tanto se proclama por ellos. (Señales de aprobación. Rumores.)

Y sin embargo de este hecho, muy natural y muy lógico, y muy dentro de las atribuciones de la Presidencia, que es necesario que todos respetemos, ya ven los Sres. Diputados lo que ha pasado esta noche. Se levanta el Sr. Elduayen, acrimina a la Presidencia, y pronuncia palabras que no debía pronunciar contra la autoridad, y mucho más contra la autoridad de la Presidencia de las Cortes. (El Sr. Elduayen: Que se me diga qué palabras son esas) ¿No las recuerda el Sr. Elduayen? Me alegro que las haya dicho sin conciencia de lo que decía. Y el Sr. Elduayen, que viene aquí clamar tanto por los fueros de la justicia y por cuestiones de patriotismo, cuando se presenta una proposición para que se dé fuerza al Gobierno en la cuestión de Cuba, el Sr. Elduayen presenta una proposición de no ha lugar a deliberar. ¿De no haber lugar a deliberar? ¿Es que S. S. no quiere que se diga que las Cortes españolas están dispuestas a hacer todo género de sacrificios para conservar la integridad de nuestro territorio? Pues eso se pide en la proposición que se está discutiendo; y además se pide otra cosa, la realización de los compromisos de la revolución de Septiembre, que son para nosotros sagrados; que no puede menos de serlo para los hombres honrados y para los hombres políticos el cumplimiento de los compromisos que han contraído, y de la empresa en que todos nos hemos comprometido. Sí, nosotros estamos dispuestos a sostener la integridad de nuestro territorio a todo trance, haya que hacer lo que haya que hacer; pero al mismo tiempo estamos dispuestos como hombres leales, como verdaderos patriotas, a cumplir los compromisos que hemos contraído ante las provincias ultramarinas, ante la Nación española, y ante el mundo entero.

Pero decía el Sr. Elduayeu que es levantar bandera blanca para los insurrectos. No; esto es hacer política para nosotros; esto es hacer lo que debemos hacer; que se cumplan nuestros compromisos, los que hemos contraído ante la revolución de Septiembre, ante la Nación española y cumplir las leyes de las Cortes Constituyentes, y cumplir la Constitución del Estado. [2.537]

¡Nosotros transigir con la insurrección! Cuando nos veíamos combatidos aquí

por los enemigos de uno y otro lado; cuando veíamos nacer una sublevación cada día, ya de carlistas, ya de republicanos, nosotros enviábamos a nuestros soldados a 1.500 leguas a sostener nuestro territorio y a defender la bandera nacional en las provincias ultramarinas. Transigir nosotros, que hemos mandado, señores, en medio de los compromisos de la revolución 60.000 hombres con todo lo necesario para poder luchar y vencer; nosotros, que hemos enviado una escuadra, que nos hemos desprendido de los recursos que aquí necesitábamos para combatir a los enemigos de la revolución, porque queríamos antes ser vencidos aquí que perder aquella parte de nuestro territorio. (Muy bien, muy bien.) iTransigir! ¿y por qué?

¿Por ofrecer las reformas que hemos prometido?

iAh! Entonces vosotros sois los que habéis transigido: nosotros, haciendo los sacrificios que hemos hecho, no hemos transigido, y hemos dado pruebas de que no queremos transigir, de que no estamos dispuestos a transigir hasta que aquellas provincial vuelvan a tener el reposo que necesitan, y a ser indudablemente parte de nuestro territorio. ¿Por ofrecer reformas nosotros hemos transigido? iPues no las habéis ofrecido vosotros? Vosotros sois los que habéis transigido, vosotros cuando llamabais aquí una comisión de aquellas islas para oír a los que querían reformas políticas y administrativas a los que querían las reformas administrativas, y a los que no querían las reformas políticas ni administrativas, a fin de transigir con una reforma que pudiera satisfacer a todos.

Si el Sr. Elduayen no sabe a quien me refiero, cerca de sí tiene quien se lo puede decir. Y eso que el Sr. Elduayen decía: en cuestiones interiores, se puede transigir; pero en la cuestión de Cuba, ¿quién transige, como no sean los filibusteros? Pues bien; el Sr. Elduayen tiene muchos amigos filibusteros, porque tuvieron que transigir con los comisionados de aquellas provincias. (El Sr. Cánovas: Pido la palabra.) Sres. Diputados, hemos abandonado al Sr. Ministro de Ultramar, decía el señor Elduayen. Pues ¿no hemos hecho nosotros las declaraciones más terminantes? Lo que hemos querido es que el Sr. Ministro de Ultramar no se quedara sólo en una cuestión nacional, en una cuestión de patriotismo, y no en una cuestión de partido, con sus compañeros los Ministros y la mayoría, a pesar de que con ellos y la mayoría va siempre bien honrado y acompañado; pero hemos querido que en una cuestión de esa naturaleza, que está por cima de todos los partidos y de todas las opiniones, el Sr. Ministro de Ultramar estuviera acompañado, no sólo de sus compañeros los Ministros y de los Diputados de la mayoría, sino de todos los Diputados de la Nación española; y al ver que eso no era posible, y ver que esa proposición, que no debía dar lugar a discusión de ninguna especie, había de dar lugar a una discusión larga; porque no la querían admitir algunas fracciones de la Cámara, hemos dicho: vamos a invertir toda esta tarde, y toda la noche de hoy y el día de mañana en discutir una proposición que al fin y al cabo no va a dar más resultado que el que hemos obtenido, puesto que el discurso del Sr. Ayala ha recibido los plácemes y los aplausos de la Cámara, mientras que esta proposición no va a tener más que la votación de la mayoría; y en este sentido el Sr. Presidente del Consejo decía, y decía bien: " Señores, no necesita el Gobierno que la mayoría que le viene apoyando, vote esta discusión." ¿Para qué hemos de discutir esto e invertir en ello el día? No perdamos el tiempo, señores, en discusiones de esta naturaleza, que por lo menos vienen a ser estériles, y vamos a discutir lo que es necesario y lo que es preciso: ¿Sabéis para qué? Entre otras cosas, para atender, como hemos atendido hasta aquí, a la guerra que tenemos en la isla de Cuba, para ver si podemos mandar más recursos de los que hemos mandado para apagar aquel incendio, y poder volver a aquellas que son provincial nuestras, como todas las demás, la tranquilidad y el sosiego que han menester para su bienestar: esto sería el verdadero patriotismo, Sr. Elduayen; ya sabe bien el Sr. Elduayen, ya saben sus amigos y las oposiciones cuál es la manera de ver del Gobierno en la cuestión cubana, y lo saben, no por palabras, sino por hechos, que son más elocuentes que las palabras; lo saben, porque el Gobierno, lo ha declarado, y ha mandado la sangre y el dinero de España a aquellas islas; lo saben por los inmensos sacrificios que ha hecho el Gobierno, que yo no sé lo que hubieran hecho muchos otros Gobiernos en las circunstancias en que este se ha encontrado; porque este Gobierno ha hecho sacrificios que no se creía que la España pudiera llevar a cabo, y que serían dolorosos a países mejor organizados y más ricos, y sin embargo, el Gobierno ha mandado un ejercito de 60.000 hombres: este Gobierno no hubiera hablado de eso nunca; no lo ha dicho jamás, y no lo hubiera dicho, porque el Gobierno está convencido de que en todo esto no ha hecho más que cumplir con su deber. ¿Y sabe el señor Elduayen lo que ha hecho el Gobierno en la cuestión de Cuba? ¿Sabe lo que está dispuesto a hacer? ¿Por qué el Sr. Elduayen quiere venir a introducir la duda, la desconfianza y la vacilación en los ánimos, la duda, la desconfianza y la vacilación en el país, y lo que es peor, quiere venir a presentar la duda, la desconfianza y la vacilación en los que allí están defendiendo nuestro territorio, ayudados a costa de sacrificios inmensos por el Gobierno español? Eso no es patriótico, permítame S. S. que se lo diga: lo patriótico es que acabemos pronto esta cuestión, que se vote esta proposición por todos, por la mayoría y por las minorías, porque tiempo tienen las minorías de hacer la oposición al Gobierno, de agitar su bandera y hacernos guerra empeñada, que al Gobierno no le importa, porque de algunas oposiciones, que no están dentro de la legalidad, no quiere ni siquiera la benevolencia; pero para la cuestión de Cuba, para las cuestiones exteriores no es que la pide, es que la exige en nombre de la Nación española a quien representa.

Pero, Sr. Eiduayen, nunca para el bien fue tarde; haga S. S. un acto de patriotismo; retire la proposición de no haber lugar a deliberar, vote la proposición que está presentada, y después que salgamos de la cuestión de Cuba, que no tiene nada de partido, que es una cuestión esencialmente nacional, esencialmente patriótica, enarbole su bandera; aquí estamos los Ministros para contestar a todo, y más contentos cuando más guerra nos hacen ciertos partidos y ciertas fracciones.



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